sábado, 19 de febrero de 2011

Brianstorm



Os he contado ya mil veces lo feliz que estoy de vivir en esta ciudad. Lugar donde cada día que me lanzo a la aventura encuentro esquinas que me gustan más, nuevos caminos, o añado una pieza más al puzzle mental que implica conocerse más o menos bien el mapa de la ciudad. Y de nuevo me doy cuenta de que no he visto ni la mitad de la ciudad, justo cuando paso por lo que creo que es el Wellington Arch, sentada en un National Express y viendo lo repreciosas que son las casa por esta zona. Vale, estoy justo en Knightsbridge Street. Veo las lucecitas de Harrods. Pero bueno, es la misma brasa de siempre. Cada vez me gusta menos el Londres de las guías de viaje. Me gusta el Londres de las calles que pasas por ellas y piensas que definitivamente te quieres quedar a vivir allí. El Londres de callecitas por las que harías turismo de escaparates a diario.



South Kensington es increíble...

Pero lo que realmente quería contar es que creo que poco a poco voy recuperando mi rumbo. El nuevo pseudosemestre me ha inyectado una buena dosis de lo que llevaba perdiendo desde el año pasado: las ganas de aprender. Efectivamente el curso empezó bien flojo, pero no hay nada mejor como unos buenos profesores y una buena ración de integrales para devolverme a la memoria las razones por las que me metí a estudiar ingeniería.



El conductor del autobús casi nos ha matado en un mega frenazo. Casi me pongo a escribir, Lili murió en Cromwell Road con su Mac en el regazo...

A lo que iba. La esperadísima clase de moldes, de más bien Injection Moulding. Por fín tocando la materia que realmente todos hemos venido a aprender. El nombre del profesor no lo recuerdo, y sinceramente, no he puesto atención, porque me interesaba más la materia. Reología, flujo del polímero fundido, canales, juntas. ((Uiss, estoy viendo Earl’s Court)). Y mientras miraba las figuras de preformas Naturally y Un-naturally balanced me han venido a la memoria todas esas ecuaciones que estudié en la carrera y que daba ya por olvidadas. Ecuaciones de caudal, fluidos newtonianos, fluidos que siguen la ley de la potencia y sí, esas ganas de ser ingeniera, de ver procesos, de ver máquinas moviéndose, de la manufactura, todo eso ha vuelto a mi. Vino cuando el día anterior lo daba por medio perdido, cuando nos dieron las listas de títulos de miniproyectos. En ese momento pensé que ninguno me llamaba la atención, que eran todos casi puramente experimentales de laboratorio, pero tampoco me importaba mucho que ninguno fuera de diseño. Y ahí fue cuando pensé, m****! Qué ha pasado conmigo? Todo esto antes me encantaba. No tengo ningún objetivo fijo... Y cuando me levanté al día siguiente pensando que debería buscar un target, un goal, surgió la clase de moldes.

Clase que ha resultado en efecto una maravilla. Estamos todos de acuerdo en que nos ha encantado, y la clase, además de ser interesante, ha sido divertida. Sobretodo por la mañana, más bien parecía un monólogo de ingenieros nerds.

Así que si. Devuelta de nuevo al cauce, vuelvo a ser ingeniera de sentimiento, y me lanzo a darlo todo.



Y creo que lo que más me gusta de este Máster, es que increíblemente, estoy siendo capaz de enlazar lo aprendido en la carrera, que pensaba que era un pozo sin fondo hacia la petroquímica, con mis queridos, pero abandonados metales.

Creo que lo que me ha dado fuerza ha sido cortarme de nuevo el flequillo.


Cogemos la autopista...

1 comentario:

  1. ummmm vuelta a los orígenes...¡¡¡enhorabuena ¡¡¡eso pinta muy bién.
    ahhhh,me alegra que hayas comprobado en carne propia que los mega-mucho-frenazos no son materia exclusiva de Majadahonda-Madrid-España

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