lunes, 13 de diciembre de 2010

One turkey, two sprouts

El dia que casi me quedo calva.





Fue llegar aquí, a esta casa y se me empezó a caer misteriosamente el pelo. Se lo achaqué al agua, pensaba que el agua londinense era mala y no me terminaba de limpiar el pelo. Bote y medio de champú más tarde, a pesar de remedios caseros de huevo y pastillas fortalecedoras de piel y uñas de Boots, me he dado cuenta de cual era el problema. Y está relacionado con mi post anterior. En efecto, productos de mala calidad, en este caso de Poundland. Está visto que por mucho que estés comprando Schwarzkopf, estás comprando por 1 libra y mi querido cabello se empezó a quejar. Misteriosamente, con tan sólo aumentar mi presupuesto a una libra más por bote y cambiar a Tresemmé (sin querer hacer publicidad), el agua de Londres se ha vuelto misteriosamente agradable y mi pelo está más contento. No quería alarmar a nadie con mi situación, llegué incluso a pensar que no estaba comiendo suficientemente bien, pero la culpa la tenía el presupuesto estudiantil de cosméticos. Bote, irás a la basura, y con mucho gusto.

Tras el mini-infarto del mes por la generación espontánea de bolas de pelos en la moqueta, toca darle paso a la gran cena de navidad en casa. 10 personitas a las que alimentar con una proper english Christmas Diner.

La cena de navidad inglesa consiste en pavo, verduras varias asadas y/o cocidas, patatas y postre a su elección. La compra de navidad se organizó toda el sábado pasado. Acudimos a Green Lanes, al otro lado de Finsbury Park y de paso aprovechamos para cruzarlo, territorio desconocido para mi hasta el momento. La nieve todavía no se había derretido y las pequeñas y orondas ardillas no autóctonas, las grises, se acercaban a nuestros pies para que les diéramos la merienda del dia. Pero NO. Malas. Las buenas y auténticas son las rojas.

En fin, Green Lanes, zona medio desconocida para mi, aunque tuve la oportunidad de visitarlo unos dias antes por casualidad por mi afán investigador de encontrar Sainsbury's u opciones distintas a Morrisons por la zona, y también, más que nada, porque parece que Londres acaba para mi en Finsbury Park, cuando en realidad hay todavía mucho mundo por descubrir más arriba del código postal de N7. En fin, zona más animada, mucho más que Seven Sisters, llenita de tiendas sobretodo turcas y griegas, donde parece que compiten para tener el mendrugo de Kebab más grande pinchado en el horno vertical y los escaparates de dulces y baklavas dan ganas de mandar a paseo las coles de bruselas de la lista de la compra. Una vez evitada la tentación, nos hicimos con cantidades ingentes de zanahorias, patatas, parsnips (nabo), coles de bruselas, brocoli y vino de 3 botellas por 5 libras.

Es gracioso (y totalmente respetable) el concepto tan diferente de cena de navidad de los ingleses frente a los españoles. Nosotros nos pegamos por un cordero, o el marisco y las cosas exóticas y aquí tiran por las verduritas, curiosamente, de las que menos gustan en España como son las coles de bruselas, el nabo y el brocoli. Pero bueno, continuando, y con todo comprado al peso y con mejor pinta que en los centros comerciales habituales, regresamos a casa con mucha hambre para dejarlo todo preparado para el dia siguiente. Otro de los compañeros se encargó de hacerse con el "bebe". Un PEQUEÑO pavazo de 8 kilos congelado que fue directo a la piscina del fregadero para que estuviera listo para el dia siguiente.

Domingo, 11 de la mañana y comenzamos a preparar los ingredientes para la Carrot Cake del postre. Mientras tanto, el equipo de pela y corta se encargó de la preparación de los vegetales y su colocación en los distintos hornos. El plan era comenzar tarde a pelar-cortar para hacer una comida tardía / cena temprana. Obviamente, ante el olorcillo y la tentación de las zanahorias crudas, no pudimos resistir a comer algo (lo confieso, media pizza) al medio dia para no morir starving hasta las 7.

Receta curiosa, zanahoria y nabo rebozado en miel y al horno hasta alcanzar tenderness, increíblemente rico e inusual.

4 horas antes de la hora oficial de la comida, el "bebe" se metió al horno, previamente habiéndonos cerciorado de que el animal cabía en nuestro flamante nuevo horno. Mientras tanto, últimos toques a las verduritas, preparación del Gravy natural y de las bolas de stuffing para acompañar. El stuffing por cierto, que viene a ser algo parecido al relleno del cocido madrileño, bolas de miga de pan con especias que no recuerdo y caldo de lo que se esté cocinando.






RIIIIIIIIING. Suena el timbre del horno, el bebé está morenito. Todos a la mesa! Y aquí nos esperaba la segunda tradición curiosa inglesa. Los Crackers. De nuevo, decepción por parte de Poundland, pero bueno, qué se puede de esperar de 8 crackers por 1 libra? Para los despistados, los crackers son unos pequeños paquetitos cilíndricos, de los cuales se ha de tirar por ambos lados, entre dos personas a ser posible, y una pequeña cantidad de pólvora escondida hace que suene un PLAS al tirar y romperlos. La gracia es que dentro se encuentra una coronita, un regalito chorra (en este caso LAMENTABLE y minúsculo) y una broma o chiste (siento si mi descripción no es 100% acurate). Pero bueno, nueva tradición aprendida y aceptada con mucha curiosidad.

A comer!




Sobró turkey para 2 días y después de cenar nos tuvimos que hacer el camino de Santiago para poder digerir tanta cantidad de comida.



Feliz navidad!!

2 comentarios:

  1. ummm pozi..hasta aqui llega el olor del "bebé emplumado "...lo de los crakers curioso... me ha salido como regalito en mi tableta..dentro del calendario de Navidad..gracias por la info...en cuanto a lo del pelo..¡¡no se puede jugar con ciertas cosas¡¡¡¡ ummm..curioso los mismos síntomas del stress...por si acaso..el champú ..del bueno. bssss

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