miércoles, 22 de diciembre de 2010

Frying Pan Alley




Fin de la primera parte de mi aventura Londinense. Hoy día 20, mi última comida, mis últimos platos fregados a mano, y el Henry recién pasado para que cuando vuelva en enero siga sintiéndome como en casa.

Última semana y ha sido de las intensitas. Por fin con nuestro equipo de trabajo de la universidad, hemos logrado llegar a un punto de concentración en el que los assignments nos salen casi seguiditos. No cuesta quedar, ya sabemos que mañana a las 10 hemos quedado en la salita de sofás del departamento de polímeros y dejaremos los archivos actualizados en Dropbox para continuarlos al día siguiente. Y cuando pensaba que ya no me encontraría con la chini ni con nadie de mi primera semana de estancia británica, me encontré en los pasillos de la London Met con Phillip, uno de los senegaleses con los que comencé el curso, y que pensaba que estarían en mi clase, pero pertenece al Máster de Polymer Science. Me reconoció y yo a él, y tenía curiosidad por saber qué tal le estaba yendo. Resulta que va a clase con el chico de Nepal y compañía con los que ya nos habíamos cruzado un par de veces y que no hacen más que decirnos lo mucho que sufren con la chicha que les están dando. Digamos que mi máster es una versión edulcorada del suyo. Lo que más me gustó de encontrarme con él es darme cuenta de que el primer dia me tenía que repetir las cosas 5 veces y no le entendía absolutamente nada (realmente fue al dia siguiente de llegar aquí por primera vez), y sin embargo esta vez estuvimos conversando sin ningún problema. Buena señal, puedo confirmar que estoy mejorando mi inglés, y me encanta. Lo que no se si es tan bueno es que ya me han dicho varias personas que tengo acento americano y me temo que la culpa la tiene The Big Bang Theory y la MTV.



Para ponerle el broche a estos primeros meses, nos fuimos a celebrar nuestra mejora en el trabajo en equipo y las navidades, nuestro equipo, nuestra clase de Master de Productos Plásticos, los cinco, a East Ham, a un restaurante indio, indio de verdad. Con lo que no contábamos era con la gigantesca nevada que comenzó a caer cuando me empecé a planchar el pelo lista para salir. Una vez sentada helada de frío en el vagón de la District Line, me di cuenta de que el metro ya underground sino overground, y que el paisaje que vería a partir de ese momento era una pura masa blanca de agua helada que me evitaría reconocer nada de lo que estaba por esa zona. Y me empecé a plantear que estaba yendo hacia zona 3, hacia el Este de Londres, a una zona desconocida y que no sabría reconocer porque estaba toda uniformemente pintada de blanco. Pero el problema no sería reconocer mi geolocalización, sino que como ya hemos aprendido, nieve en Londres significa que las líneas de metro se van cortando, y nieve en la calle significa que los autobuses tampoco ruedan, o ruedan mal. Seguí sentada en aquel vagón intentando no agobiarme por mi posterior vuelta a casa y trataba de pensar sólo en la comida que iba a disfrutar. ARAVANA BHAVAN. Conocido y reconocido por los indios de la india. Muy rico, si señor.



(estoy escribiendo esto en el avión y la presión por la altitud, sumado a que sufro secuelas de la fiebre, está hacienda que me duelan terriblemente los oidos, pinchazo pinchazo, arrggggg)

Pero volviendo al tema de la nieve… Malditas bajas temperaturas, que como bien estoy estudiando, afectan a la temperatura en servicio de mi componente, y en este caso mi componente eran mis amadas botas militares, cuya suela debe estar fabricada en un polímero con temperatura de transición vítrea por debajo de la temperatura ambiente, pero tan baja debe ser que probablemente los -3ºC del sábado hicieron que el material pasara a su estado sólido-frágil provocando una fractura en ambas suelas y una posterior entrada de agua en mi calcetín. En otras palabras: botas baratas = suela rota. Poco han durado.



(los pinchazos auditivos están menguando)

Ya lo comenté hace tiempo, pero me ha vuelto a ocurrir ahora, redescubrir lo bueno que tiene viajar uno solo. Es el momento de enfrentarse al toro, o en este caso a coger un autobús de Terravision por primera vez a la salida de Liverpool Street Station y rezar para que realmente te lleve a Stansted y llegue a la hora deseada. Y por el camino resulta que alguien te pregunta en ingles si ese autobús, esa parada va a Stansted y le contestas en Español. Que el mundo es muy pequeño y muchos somos los españoles por el mundo. Y resulta que el chico que me pregunta me acaba contando que llega justico a coger el avión. Que vivió aquí durante 7 años y ahora vive en Bermudas, dando clase de español a niños y le encanta. Y Bermudas es tan pequeño que se conoce a todos los habitantes españoles del país y los podría contar con las manos. Le gusta pero tampoco se quiere quedar mucho tiempo allí. Y justo cuando iba a preguntarle que si había salido en Madrileños por el Mundo, surge con la conversación y me confirma que en efecto, él y los españoles contados con las manos también aparecieron. En cuanto llegue a casa busco el episodio.



Se nota un montón quienes somos españoles y quien no, y desde que estoy aquí lo reconozco más. Lo que no termino de entender es cómo un no-español es capaz de recnocernos en menos de 5 segundos. Tanto se nos nota en el acento? El tio de la caja de Boots me lo ha reconocido también, pero él era Portugués, y me dijo: “Como decía mi abuela, distina mierda pero mismo aroma”. Me he tenido que reir, mucho, obviamente.



Me he comido un sandwich de Pret en el aeropuerto para celebrar que no comeré más sandwiches ingleses hasta el año que viene. Luego me he ido a la cola de la puerta de embarque. Cuando estábamos todos asados como pollos con 5 capas de abrigo encima y próximos a la hora de despegue y todavía en la terminal, alguien ha gritado PUERTA 41 ÚLTIMA LLAMADA!!!! Teniendo en cuenta que estábamos esperando en la 48, como bien decían las pantallas del aeropuerto, visualizad la estampida a modo Jumanji hacia la puerta…

Me hubiera encantado traer unos Christmas crackers a pesar de que son la mayor estafa inglesa del mundo, pero las normas europeas de aviación me lo prohíben.

Feliz navidad.

lunes, 13 de diciembre de 2010

One turkey, two sprouts

El dia que casi me quedo calva.





Fue llegar aquí, a esta casa y se me empezó a caer misteriosamente el pelo. Se lo achaqué al agua, pensaba que el agua londinense era mala y no me terminaba de limpiar el pelo. Bote y medio de champú más tarde, a pesar de remedios caseros de huevo y pastillas fortalecedoras de piel y uñas de Boots, me he dado cuenta de cual era el problema. Y está relacionado con mi post anterior. En efecto, productos de mala calidad, en este caso de Poundland. Está visto que por mucho que estés comprando Schwarzkopf, estás comprando por 1 libra y mi querido cabello se empezó a quejar. Misteriosamente, con tan sólo aumentar mi presupuesto a una libra más por bote y cambiar a Tresemmé (sin querer hacer publicidad), el agua de Londres se ha vuelto misteriosamente agradable y mi pelo está más contento. No quería alarmar a nadie con mi situación, llegué incluso a pensar que no estaba comiendo suficientemente bien, pero la culpa la tenía el presupuesto estudiantil de cosméticos. Bote, irás a la basura, y con mucho gusto.

Tras el mini-infarto del mes por la generación espontánea de bolas de pelos en la moqueta, toca darle paso a la gran cena de navidad en casa. 10 personitas a las que alimentar con una proper english Christmas Diner.

La cena de navidad inglesa consiste en pavo, verduras varias asadas y/o cocidas, patatas y postre a su elección. La compra de navidad se organizó toda el sábado pasado. Acudimos a Green Lanes, al otro lado de Finsbury Park y de paso aprovechamos para cruzarlo, territorio desconocido para mi hasta el momento. La nieve todavía no se había derretido y las pequeñas y orondas ardillas no autóctonas, las grises, se acercaban a nuestros pies para que les diéramos la merienda del dia. Pero NO. Malas. Las buenas y auténticas son las rojas.

En fin, Green Lanes, zona medio desconocida para mi, aunque tuve la oportunidad de visitarlo unos dias antes por casualidad por mi afán investigador de encontrar Sainsbury's u opciones distintas a Morrisons por la zona, y también, más que nada, porque parece que Londres acaba para mi en Finsbury Park, cuando en realidad hay todavía mucho mundo por descubrir más arriba del código postal de N7. En fin, zona más animada, mucho más que Seven Sisters, llenita de tiendas sobretodo turcas y griegas, donde parece que compiten para tener el mendrugo de Kebab más grande pinchado en el horno vertical y los escaparates de dulces y baklavas dan ganas de mandar a paseo las coles de bruselas de la lista de la compra. Una vez evitada la tentación, nos hicimos con cantidades ingentes de zanahorias, patatas, parsnips (nabo), coles de bruselas, brocoli y vino de 3 botellas por 5 libras.

Es gracioso (y totalmente respetable) el concepto tan diferente de cena de navidad de los ingleses frente a los españoles. Nosotros nos pegamos por un cordero, o el marisco y las cosas exóticas y aquí tiran por las verduritas, curiosamente, de las que menos gustan en España como son las coles de bruselas, el nabo y el brocoli. Pero bueno, continuando, y con todo comprado al peso y con mejor pinta que en los centros comerciales habituales, regresamos a casa con mucha hambre para dejarlo todo preparado para el dia siguiente. Otro de los compañeros se encargó de hacerse con el "bebe". Un PEQUEÑO pavazo de 8 kilos congelado que fue directo a la piscina del fregadero para que estuviera listo para el dia siguiente.

Domingo, 11 de la mañana y comenzamos a preparar los ingredientes para la Carrot Cake del postre. Mientras tanto, el equipo de pela y corta se encargó de la preparación de los vegetales y su colocación en los distintos hornos. El plan era comenzar tarde a pelar-cortar para hacer una comida tardía / cena temprana. Obviamente, ante el olorcillo y la tentación de las zanahorias crudas, no pudimos resistir a comer algo (lo confieso, media pizza) al medio dia para no morir starving hasta las 7.

Receta curiosa, zanahoria y nabo rebozado en miel y al horno hasta alcanzar tenderness, increíblemente rico e inusual.

4 horas antes de la hora oficial de la comida, el "bebe" se metió al horno, previamente habiéndonos cerciorado de que el animal cabía en nuestro flamante nuevo horno. Mientras tanto, últimos toques a las verduritas, preparación del Gravy natural y de las bolas de stuffing para acompañar. El stuffing por cierto, que viene a ser algo parecido al relleno del cocido madrileño, bolas de miga de pan con especias que no recuerdo y caldo de lo que se esté cocinando.






RIIIIIIIIING. Suena el timbre del horno, el bebé está morenito. Todos a la mesa! Y aquí nos esperaba la segunda tradición curiosa inglesa. Los Crackers. De nuevo, decepción por parte de Poundland, pero bueno, qué se puede de esperar de 8 crackers por 1 libra? Para los despistados, los crackers son unos pequeños paquetitos cilíndricos, de los cuales se ha de tirar por ambos lados, entre dos personas a ser posible, y una pequeña cantidad de pólvora escondida hace que suene un PLAS al tirar y romperlos. La gracia es que dentro se encuentra una coronita, un regalito chorra (en este caso LAMENTABLE y minúsculo) y una broma o chiste (siento si mi descripción no es 100% acurate). Pero bueno, nueva tradición aprendida y aceptada con mucha curiosidad.

A comer!




Sobró turkey para 2 días y después de cenar nos tuvimos que hacer el camino de Santiago para poder digerir tanta cantidad de comida.



Feliz navidad!!

viernes, 3 de diciembre de 2010

50% Veg



Aquí me encuentro sentada en mi silla, bajo la luz de la luna, y de mis luces de LED y de mi lámpara de Argos, bebiéndome mi amado té de Lemon & Ginger. Y es que trato de entrar en calor porque las temperaturas fuera de nuestro pequeño oasis hogareño se están empezando a hacer insoportables. Ha llegado un punto en el que la estética deja de ser algo importante y ya las capas de lana gorda se acumulan una encima de otra, no importa del color que sean. De hecho mi mejor amigo ahora mismo es un gorro orejero, el cual acompañado de mi enorme abrigo verde, parezco una niña pequeña a la que hay que darle un caramelo. Pero me da lo mismo, porque las orejas duelen del frío y prefiero no tener neumonía.

Después de más de dos meses haciendo la compra casi a diario en este país, voy viendo de qué pie cojean los británicos. Para empezar, las cosas frescas parecen ser más naturales que las españolas, que no significa que sean más sabrosas o mejores, sino que llevan menos conservantes y por lo tanto, sólo tienen unos pocos días de caducidad. En el caso del pan de molde, si bien recuerdo, es de tan solo 3 días. Hablando del pan de molde, aquí no existe lo del pan sin corteza. La opción más acertada para actuar frente a la inminente degradación del pan es por tanto, meterlo en el congelador e ir cogiendo rebanadas tal cual se vaya necesitando. Y no sólo el pan caduca, todo lo fresco, patatas, cebollas, etc, se estropea a una velocidad vertiginosa por algún extraño motivo. Probablemente por el grado de humedad en el ambiente, pero me tiene anonadada que una patata se haya puesto pocha en una semana, cuando en Madrid, más bien lo que ocurre es que le empiezan a salir nuevos brotes, eso sí, tras 4 semanas at least.

El problema número dos es que no tienen salsa de tomate, tomate frito, tomate Orlando, NO TIENEN. Todo ser español que conozco viviendo en estas tierras, yo incluida, hemos probado todas las variedades disponibles en Tesco, Sainsbury's o Morrisons y nada se le parece. Gran inconveniente porque es horrible cocinar pasta usando tomate pelado con olivas, o tomate triturado insulto o con concentrado de tomate, que es tomate en formato de pasta de dientes.

El tercer inconveniente es que aquí lo malo, es muy malo. En España recuerdo perfectamente comprar la marca blanca de Carrefour, sin absoluto problema, porque sabe igual que cualquier otra marca mucho más cara. En este país, si te arriesgas a comprar el producto Value, te arriesgas a comprar basura muy seria. Se nota mucho mucho y yo creo que no debería.

La cuarta estafa británica es el Washing Up Soap, o el Fairy, para entendernos. Compra cualquier otra marca que no sea Fairy, y te encontrarás con que tienes que echar medio bote para fregar una simple sartén. Recuerdo en España los anuncios de jabón para platos, que te dicen que con sólo una gota vale. Y en este caso, compraras Fairy, Mistol o Carrefour, lo de la gota se cumple. Pero aquí no. El jabón barato no limpia, queridos. Ya decía yo que no me daba alergia en las manos. Normal. Tampoco limpia.

Después de cuatro inconvenientes, no todo lo que tengo que decir sobre las groceries británicas es malo. Los estudiantes o pequeños trabajadores con frecuencia buscamos la zona de productos rebajados, inexistente en España y que suele tener pequeñas gemas valiosas. No deja de ser el lado del estante con los productos que caducarán mañana y muchas veces no interesan por ser platos preparados de alto contenido calórico, pero un dia te encuentras que el pan, un buen Warburtons Seeded Batch Loaf, que suele costar 1.50 pounds te lo han puesto a 0.45 porque caduca mañana. Gracias Tesco, compraré dos y los congelaré. Otras veces no es que el producto caduque mañana, sino que la lata está golpeada. Pues también lo rebajan. En Madrid recuerdo como tiraban las mermas a la basura. Una pena.

Y cuando te pensabas que en Londres no había nada barato, te encuentras en el barrio de Angel, un restaurante indio 100% vegetariano con buffet libre por 3.95 libras. Gracias Londres, salvaste mi noche. Que por cierto, ya he descubierto el secreto de toda comida india. Garam masala y leche de coco. Pero todavía no estoy dispuesta a ser vegetariana.


Por cierto, el miércoles, mi primer dia oficial de laboratorio. Después de escribirnos por email con el técnico del lab, Sri Lankense de origen, acudimos al laboratorio general de polímeros para tomar el peso de nuestros componentes para el trabajo y realizar una serie de test. Ya os he hablado con anterioridad de la antigüedad de los edificios de la London Met, pero donde se puede ver y confirmar, sin duda es en los laboratorios.




De nuevo ese olor del primer dia de clase. Olor a mueble viejo, a castillo, a Harry Potter (¿?¿), y empiezas a ver las encimeras de madera (!!!!), los cajones, las fotografías de las paredes, los póster y las fechas de fabricación de las máquinas y piensas.. Oh la la. Y es lo malo y lo bueno de la London Met, que un dia te encuentras un rincón hiperhistórico de principios de siglo, unos baños que parecen del Intenado y otro dia te pierdes por los pasillos pensando, sí sí, qué bonito, pero como un dia haya un incendio, no voy a saber salir de aquí.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Slippery porridge

Con las nevadas que están cayendo esta semana en toda Europa, y sobretodo en el Reino Unido, creo que queda más que confirmado que el invierno ha comenzado oficialmente para todos nosotros.





Y lo digo mientras como mi primer Porridge, a las 16:00 de la tarde, pero porque hace un frío que pela. Sigo con el gorrito de lana puesto no hago más que darme cacao en los labios y crema en las manos para evitar un desastre pero no sirve para mucho. Como decía, mi primer porridge, que llevo queriendo probar desde que estaba en el A.V.H, y que hoy he encontrado en Morrisons a un precio muy bueno. Llena mucho, pero está calentito y tenía hambre. Está rico!



No hago más que pensar que antes de querer venir a vivir a Londres, me había pasado por la cabeza estudiar en Suecia. Si ahora lo estoy pasando mal (relativamente) no se qué hubiera sido de mi en tierras escandinavas. Quién me lo iba a decir a mi, hace un año, de puerta a puerta en coche, sin necesitar guantes y ahora de metro a bus y 5 capas de lana encima. Se me había olvidado lo que era el frío, o realmente hace más frío que en Madrid. Pero tampoco me importa en exceso. Llevando las suficientes capas de aislante, unos buenos guantes, me gusta pasear por las calles del centro, escuchando mi pequeño Punk Rock y olvidándome de todo. A mi es que las luces de navidad me ponen tierna.



Novedades desde el dia de las puñaladas, pues no muchas. He vuelto a redecorar mi habitación. Hace tiempo que dejó de tener olor al anterior habitante y cada día parece más la habitación de una chica. A pesar de que parezca que en este país las cosas gratis no existen, a través de una muy buena oferta de Lidl conseguí imprimirme 100 fotos, de esas que todos habéis visto ya en mi Facebook, pero que me apetecía tener en papel fotográfico. Y aunque la oferta parecía publicidad engañosa, a los dos días estaban en mi casa esperándome. 100 fotos que parecen pocas para querer empapelar mi habitación, pero que sólo he usado unas 20 porque realmente son muchas. Gracias a eso me he ahorrado comprar las láminas que tenía fichadas en el mercado de Spitalfields, pero es que están muy overpriced.. Quería hacerme con un Keep Calm and Carry On, pero ya será más adelante.



Investigué hace un tiempo sobre el famoso cartel, ya convertido en icono londinense. Fue un cartel creado por el gobierno británico en el año 39, al principio de la segunda guerra mundial, para animar un poco a la población a pesar de la invasión. El póster se creó pero no llegó a salir a la luz. Lo guay de la historia es que lo encontraron hace poco, en el 2000 por casualidad en una tienda de libros de segunda mano. Me haré con ella

Decidí también que necesitaría algo de iluminación secundaria, como dicen los de Ikea, ya que mis dos bombillas de 60W colocadas en las lámparas orgullosamente puestas por mi, son demasiado para simplemente estar en la habitación. La idea fue comprarme unas bombillitas de LED en Primark de navidad y pegarlas a la pared con lo único que requiere agujeros: Blu-tac. Lo malo es que no queda muy estético.




La lámpara negra, que además de ser fea, no he conseguido hacerla funcionar (cosa que ya es raro siendo una simple lámpara), la he sustituido por esta otra moradita, a juego con mis flores falsas. Pero esto es el principio del camino para adquirir unas nuevas cortinas a juego, porque las que hay son lamentables.



Este finde, la cena de navidad de la casa. Lo cocinaremos todo desde cero. Vino, pavo, verduritas y si hay suerte, Carrot Cake.

Mi primer pavo de navidad. Qué emoción!